La llegada de un hijo es uno de los momentos más importantes que puede experimentar una persona a lo largo de su existencia. Una nueva vida está por venir y, por ello, debemos encargarnos minuciosamente de que absolutamente todo el proceso (búsqueda, concepción, embarazo, postparto y lactancia) salga sobre ruedas para proporcionarle las mayores garantías al bebé.
Hay muchísimas cosas que podemos hacer para asegurarnos de ello, entre las cuales se encuentra el aporte óptimo de Omega-3 durante todo el proceso de embarazo y lactancia.
¿Por qué es tan importante el Omega-3 durante el embarazo y la lactancia?
Debemos recordar que los Omega-3 son ácidos grasos esenciales para nuestro organismo, ya que de ellos depende su correcto funcionamiento. Todas las células de nuestro cuerpo están rodeadas por una membrana celular compuesta por lípidos, por lo que resulta lógico entonces que dependamos de ese aporte de grasas para que estas estructuras celulares se formen y se mantengan correctamente.
Algo que es importante a tener en cuenta es que solo podemos obtener este aporte de grasas poliinsaturadas a través de fuentes externas, ya sea por medio de la dieta o con ayuda de ciertos suplementos alimenticios.
Tipos de Omega-3
A la cabeza de la familia de los Omega-3 se encuentra el ALA (ácido alfa-linolénico). Éste lo podemos obtener a partir de alimentos como nueces, soja, semillas de lino o chía, y aceites de cáñamo o colza.
En segundo lugar, se encuentran el EPA (ácido eicosapentaenoico) y el DHA (ácido docosahexaenoico). El primero tiene beneficios a nivel inflamatorio y el segundo a nivel estructural. Ambos se encuentran en algas marinas, crustáceos y pescado (sardinas, boquerones, anchoas, atún, caballa, salmón salvaje…).
La importancia del DHA para el bebé
Como ya hemos visto, dentro de los Omega-3, el DHA ejerce un papel fundamental a nivel estructural en todas las células de nuestro cuerpo pero, sobre todo, a nivel cerebral y ocular.
Se estima que aproximadamente el 55% del cerebro está compuesto por grasa, de la cual un 35% es DHA. Además, el 50% de la grasa presente en las retinas de los ojos también es DHA.
Esto nos lleva a la conclusión lógica de que, aplicado al bebé, unos niveles óptimos de DHA resultan de suma importancia para su correcto desarrollo.
Hay que tener en cuenta que lo primero que se desarrolla en el bebé es el sistema nervioso, por lo que es importante que durante el embarazo la madre le proporcione la cantidad necesaria de DHA.
DHA: Dos problemas, una solución
Problemas en la obtención del DHA
Existen dos grandes inconvenientes a la hora de obtener las dosis necesarias de DHA para nuestro organismo:
- Problema 1: Tanto el DHA como el EPA se obtienen a través de un proceso metabólico que tiene lugar en nuestro organismo a partir del consumo de ALA. No obstante, este mecanismo no llega a ser del todo completo, por lo que la cantidad real de EPA y DHA que se acaba almacenando en nuestro organismo es mínima (aproximadamente un 10%).
- Problema 2: DHA y EPA se pueden obtener directamente de alimentos como el pescado, pero nos encontramos con que actualmente éstos suelen tener muchos metales pesados como el mercurio, además de microplásticos debido a la contaminación de mares y océanos. Un consumo desmesurado de este pescado puede provocarnos una intoxicación e incluso traspasar la barrera hematoencefálica y placentaria y llegar al feto en caso de embarazo.
Desde 2014, la propia AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) ya no recomienda el consumo de pescado como el atún o el pez espada y ha rebajado las cantidades recomendadas de 3-5 veces por semana a 2-3 veces.
Una de las opciones que surgen entonces ante esta situación es apostar por pescado de piscifactoría. Esto tampoco resulta del todo saludable y sostenible porque estos peces tienden a una menor actividad que si vivieran de manera salvaje, lo que los hace más ricos en ácidos grasos Omega-6. Además, su alimentación acostumbra a ser a base de piensos y muchos de ellos son tratados con antibióticos. Por tanto, nutricionalmente hablando, tampoco se puede comparar el pescado obtenido en piscifactoría con el pescado en estado salvaje.
Solución para conseguir un DHA de calidad
La solución a los dos grandes problemas anteriores son las microalgas. Aunque su hábitat natural es el mar, éstas pueden producirse en reactores (fermentadores) de manera industrial para obtener así un aceite rico en DHA. Es una alternativa innovadora y sostenible, puesto que no hay un impacto ambiental directo, como sería el caso del aceite de pescado, y está libre de metales pesados.
Por tanto, hoy por hoy y en vista de cómo está el panorama, no quedan muchas más opciones que plantearse el uso de suplementos alimenticios para compensar los niveles de DHA que de otra forma no podemos conseguir.
Optim DHAlg es un ejemplo de ello. Este complemento alimenticio a base de DHA extraído de microalgas (Shizochytrium sp.) no proviene del mar, no contiene mercurio, microplásticos ni otros tóxicos medioambientales y está fabricado en la unión Europea (Reino Unido y Francia).
Además, resulta ideal para mujeres embarazadas o lactantes porque no tiene un sabor desagradable a pescado, lo cual es importante a tener en cuenta para el tema de las náuseas.
También está indicado en personas veganas o vegetarianas o, bien, para aquellas que no que no comen pescado normalmente o que no pueden digerirlo.
El DHA en las fases del embarazo
Para un adulto la dosis promedia de DHA al día se estipula en unos 250mg (una cápsula de Optim DHAlg), mientras que si estamos en proceso de concepción o en plena maternidad ésta se fija entorno a 450mg al día como mínimo.
Teniendo esto en cuenta, veamos las fases del embarazo y el aporte adecuado de DHA en cada caso:
- PRE-EMBARAZO: Aproximadamente tres meses antes de concebir se le recomienda, tanto a la madre como al padre, suplementarse diariamente con 450mg de DHA. Esto ayudará a mejorar tanto la calidad del óvulo como la de los espermatozoides e, incluso, la de la propia fecundación.
Además, hay que tener en cuenta que el DHA es neurotransmisor, por lo que, si la tarea de lograr el embarazo se torna difícil, éste hace que nuestro sistema nervioso se mantenga equilibrado y podamos estar en un contexto de bienestar y relajación óptimos para la concepción.
- EMBARAZO: Será fundamental seguir con el aporte extra de DHA estipulado (450mg/día mín.) para poder proporcionarle al futuro bebé la cantidad de Omega-3 necesario, además del de la propia madre.
La ingesta del DHA durante el embarazo se relaciona directamente con un aumento de la duración de la gestación (lo cual evita la posibilidad de parto prematuro), un mayor peso y perímetro craneal del neonato y un menor riesgo de preclamsia y de depresión post-parto.
- POST-PARTO: Durante la etapa de la cuarentena existe una mayor vulnerabilidad en la mujer, pues el sistema nervioso se encuentra muy alterado. La madre sufre un cóctel de emociones que van desde la gestión del duelo que supone tener al bebé fuera de su cuerpo, la abrumación por la nueva situación de lactancia, los cambios de dinámicas en la pareja, la depresión debida a alteraciones hormonales, las digestiones difíciles o, incluso, la propia recolocación que sufren los órganos desplazados durante el embarazo. Todo ello hace vital no descuidar el consumo de DHA.
- LACTANCIA: Está demostrado que la leche materna es de mejor calidad en madres con una suplementación óptima de DHA. Es importantísimo tenerlo en cuenta durante esta última etapa y aproximadamente un año después del parto porque puede determinar en gran medida la vida del bebé.
Como hemos podido comprobar el DHA es indispensable en todas las etapas vitales del embarazo, desde la propia decisión de traer una nueva vida a este mundo hasta tiempo después del parto.
Para más información al respecto, no dude en contactar con nosotros en info@natural-distributions.com.